En Cuaresma volvemos a los mismos platos de siempre. Pero si estás cansado del típico potaje, aquí tienes una receta diferente.
Hace unos meses, en una librería anticuaria, encontré un libro de cocina de cuaresma. Al parecer, a principios del siglo XX (el libro que yo encontré, por ejemplo, es una reedición de un facsímil de 1914) se pusieron muy de moda este tipo de recetarios por varios motivos.
El primer motivo, fundamental, es que entonces la educación había avanzado considerablemente, por lo que, al menos en grandes ciudades, ya las amas de casa (no me gusta esta expresión, pero no se me ocurre otra forma de decirlo mejor) supieran leer y escribir, lo que permitía que pudiesen escribir sus propias recetas y, lo más importante, pudiesen leer otras recetas, dando pie a esa nueva literatura que ahora es tan común: los libros de cocina.
Las mujeres, por otra parte, que por aquel entonces eran las únicas encargadas de las tareas del hogar (porque quiero pensar que esto ahora es diferente) y por lo tanto, de la cocina, se encontraban en cuaresma con la difícil situación de tener que cocinar con muchos límites en cuanto a los productos que podían utilizar. Esto, y la hasta entonces única forma de conocer recetas que era la tradición oral, provocaba que en esta temporada siempre se cocinasen los mismos platos en las mismas casas.

De ahí el éxito de estos libros de recetas, que permitían observar las restricciones impuestas por la iglesia pudiendo a la vez innovar y cocinar nuevos platos. Y no solo tuvieron éxito en los hogares; comunidades religiosas, asilos y colegios también se aprovechaban de muchas de estas recetas para poder variar sus platos en la cuaresma. De hecho, muchas de estas recetas provenían de los “experimentos” culinarios que frailes y monjas realizaban en esos cuarenta días.
Éste es uno de esos casos; un potaje de calabaza que aporta un sabor diferente, con un puntito dulce, a un guiso tradicional que, por más rico que esté, puede llegar a cansar. En mi casa, por ejemplo, todos los viernes se comía el riguroso potaje cuaresmal: garbanzos, bacalao y espinacas. Y estaba rico y me gusta mucho, pero también es bueno variar. En este caso, cambiando las espinacas por acelgas y el bacalao por calabaza y algunos otros vegetales. Por lo que además este plato serviría a aquellos vegetarianos que quieran cumplir los preceptos de la cuaresma.
Ingredientes (para 4 personas)
Media calabaza, en trozos
Garbanzos previamente cocidos
2 patatas
Unas hojas de acelga lavadas
2 ramas de apio
2 zanahorias
2 tomates
Media cebolla, bien picada
3 dientes de ajo
Orégano fresco picado
Albahaca fresca picada
Perejil fresco picado
Hierbas aromáticas secas (yo utilicé romero, tomillo y clavo)
Aceite infusionado con albahaca
Sal
Pimienta blanca molida
Ponemos a hervir un litro de agua con un chorrito de aceite infusionado con albahaca. Para infusionarlo solo necesitamos cocer el aceite a baja temperatura con unas hojas de albahaca fresca.
Cuando hierva el agua, añadimos la cebolla, los dientes de ajo aplastados con la hoja de un cuchillo, el apio picado, las zanahorias en rodajas, los tomates pelados y en rodajas, las patatas troceadas, la calabaza y unas hojas de acelga.
Removemos, incorporamos la sal y la pimienta, así como la albahaca, el perejil, el orégano y las especias, bajamos el fuego suave y cocemos por unos 40 minutos a fuego lento. Estará lista cuando las verduras más duras, como la zanahoria, se noten blandas al pincharlas con un tenedor. Añadimos los garbanzos previamente cocidos y volvemos a calentar a fuego vivo durante 10 minutos.
Como casi todos los guisos, está mucho más rico de un día para otro.

La recomendación del chef
‘Sin novedad en el potaje’, cantaban los macarras de Siniestro Total allá por principios de la de década de los 90. Pero si los de Vigo lograron colar su gamberrismo punk gallego en el panorama musical ochentero, igual hay una luz de esperanza para los que empezamos a estar hartos de ver siempre, en periodo cuaresmal, los mismos platos. Y soy consciente de que meter en la misma entrada un plato de cuaresma y a Siniestro Total igual roza la herejía, pero tenía ganas de menear el bullarengue.
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